miércoles, 20 de abril de 2011


En qué momento se jodió el Perú

Desde el tiempo de los Incas no hubo un proyecto nacional capaz de cambiar de raíz el conjunto de la sociedad peruana. La eficacia social inca que supo acumular y supo redistribuir operó en un dilatado territorio, que los intereses coloniales y republicanos iban a mutilar una y otra vez. La pax hispana autorizó exterminio y vejamen, abuso del hombre por el hombre y menosprecio visceral por la raza vencida. A quinientos años de aquella vorágine sentimos que no se ha recuperado más la eficiencia social de los Incas. Por qué razones no tuvimos una generación que poseyera nervio y cohesión para asumir y plasmar un programa de desarrollo nacional y de transformación radical de la sociedad peruana. El caudillismo militar hizo del Perú un feudo de la oligarquía. Contra el militarismo imperante se irguió el partido Civil de Manuel Pardo. El primer gobierno civil que conoció el país, pero que naufragó por la acción del mercantilismo limeño que se juzgaba dueño de riquezas que imaginó eternas: el guano y el salitre.
Nicolás de Piérola, en su segundo gobierno, pudo y debió haber iniciado la transformación del país. Pero sus medidas en lo económico y social fueron a la postre ineficaces, melladas y oscurecidas por la turbidez de los barones oligarcas que frenaron la promoción de las masas y su acceso al poder. Aliada con un ejército carente de una firme tradición nacionalista, la élite conservadora bloqueó la fundación de un estado democrático.
Como llamarada en penumbra iluminó a la década de 1920 una de las generaciones más promisoras de la época republicana. Cómo olvidar los nombres: José Carlos Mariátegui, ideólogo y fundador del socialismo en el Perú; Raúl Porras Barrenechea; Jorge Basadre; Luis Alberto Sánchez; César Vallejo, el más alto genio poético de lengua española en el siglo XX; José Sabogal, creador de la pintura indigenista; Julio C. Tello, fundador de la arqueología nacional; Luis E. Valcárcel; José Antonio Encinas;…
La generación del 20 se plasmó de una corriente espiritual que soñó con “peruanizar al Perú”. Pero, una vez más, cenáculos políticos e intereses de clase dispersaron aquellos talentos, arrinconándolos al fin en aislamiento, soledad o muerte prematura.
La oligarquía limeña, como dice el filósofo Luis Felipe Alarco, con mentalidad feudal postergó siempre a la sociedad andina, a la que dominó y explotó sin límite, contradictoriamente, fingió ignorar, como sino existiese. Lima, decía el viajero alemán Rugendas, estaba más distante del Perú que de Londres.
En el curso real de la historia, los pueblos irrumpen en escena sin pedir permiso para hacerlo. Lima es una aldea gigantesca, el Perú la ha tomado por asalto. Millones de hombres y mujeres hacinados continúan aguardando la liquidación de la injusticia social en el Perú. Vivimos un tiempo que ya no hay tolerancia para más aplazamientos. Aún estamos a tiempo para convocar un pacto social, político e intelectual.
El consenso de los partidos haría viable un gran proyecto nacional que se proponga exterminar la miseria y la ignorancia y construir una patria justa y soberana. Un programa valiente que emprenda la reforma total de todos los sectores del estado, que se efectúe a través de gobiernos sucesivos. No vendrá de las canteras del capitalismo la solución para los problemas sociales de los cuales se nutre.
Resumen
Presentación de Carlos Milla Batres
En qué momento se jodió el Perú

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